Entiendo que la mayoría de nosotras asocie la palabra “detox” con alimentación y, casi de manera inmediata, se nos vienen imágenes de dietas o batidos verdes. En este caso, va orientado a limpiar el cuerpo físico de toxinas y preparar el terreno para crear mayor bienestar. La pregunta es: ¿quién limpia nuestras emociones?¿cómo las puedo limpiar? y, mejor aún, ¿qué pasa si no lo hago?.
Lo cierto es que para casi todas nosotras el tema de trabajar con las emociones puede ser cuesta arriba e incluso impensable, pero es tan necesario atender nuestro cuerpo emocional como al físico.
Vivimos en una cultura donde se lleva el foco siempre, o la mayoría de las veces, al mundo exterior y al cuerpo. Por esto, mi invitación es a mirar adentro, ordenar lo que hay, sacar lo que hace falta desechar y crear un nuevo estado general más alineado con aquello que queremos manifestar afuera.
Por otro parte, considero que ya no es un secreto para nadie que las enfermedades vienen a darnos un mensaje de emociones y creencias enquistadas en nosotras de manera inconsciente. Ahora bien, no sigamos esperando a que las cosas sean perfectas para atendernos o atender lo que ocurre dentro, existen muchísimas vías para hacerlo.
Busca el método que mejor te funcione y haz tu detox emocional. En mi caso, me gusta mucho el Mandala Detox, el cual es un protocolo que diseñé con base al modelo de “Cerebro Pleno”, Inteligencia Emocional y el arteterapia con Mandalas. Esta es una herramienta que luce sencilla pero que, de practicarla con regularidad, te brindará muchísimo bienestar.
Es un ejercicio que consta de 2 fases: la primera para soltar las emociones pesadas o estados que nos están bloqueando y, la segunda, para crear la emoción o nuevo estado que queremos para nosotras, como puede ser: serenidad, gratitud o certeza. Lo más bonito del Mandala Detox es que se unen la respiración consciente con la visualización, la simbología del Mandala y el poder de la Intención.
Una de las partes cruciales del ejercicio es ponerle nombre a tus emociones, ya que nos permite tanto ampliar nuestro vocabulario emocional -lo cual es más importante de lo que creemos- como tomar responsabilidad de en qué quiero convertir esa emoción ahora. Normalmente las emociones no son tangibles y es por ello que se subestiman, pero al sacarlas de tu interior y darle forma en el mundo exterior, tomar una decisión sobre ellas se hace factible.
Por otro lado, está también el qué puedes hacer con los Mandalas una vez terminados. Al momento de hacer el detox, es decir, en la primera fase, lo recomendable es deshacernos de este ya que no tiene sentido quedarnos con él. Es como barrer el hogar y dejar el polvo acumulado en la pala hasta nuevo aviso. En cambio, al terminar tu Mandala con el nuevo estado que buscas, la recomendación es ponerlo visible para que te sirva de ancla o recordatorio. Así, se manifestará en ti y en tu entorno.
Permítete ese tiempo Sagrado de estar contigo a través del arte-terapia porque, al final, los Mandalas son obras del Alma.
Psic. Yurubí Correa Alfaro
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